MARÍA, SEÑORA, MADRE
¿A dónde vas con tu pena, María?
Esos no son los ojos que brillaron
cuando en aquella ocasión anunciaron
que el Mesías prometido nacía.
¿Hacia dónde van tus pasos, Señora?
No son ya los mismos que se escucharon
cuando los ángeles allí cantaron
que al mundo por fin nacía la Aurora.
¿A qué vienen esas lágrimas, Madre?
Son otras a las que se derramaron,
y a los presentes allí acompañaron,
proclamando la gloria de Dios Padre.
La pena que hoy te acompaña, María,
es por aquéllos que al bien se negaron,
y entre unos y otros se pelearon,
hasta romper con lo que les unía.
Tus pasos se dirigen hoy, Señora,
a buscar a aquéllos que se alejaron,
y su fe y esperanza abandonaron,
pero sigues siendo su protectora.
Esas tus lágrimas queremos, Madre,
enjugarlas con todos los que amaron
y a los que en su vida con fe lucharon,
proclamándote siempre como Madre.
Antonio Bulnes Juárez