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SEIJAS en MAYUSCULAS - Centenario Coronación

Centenario Coronación

Web Oficial 2013

SEIJAS en MAYUSCULAS

26 Jul 2012 en Crónica | 0 comentarios

 

ENRIQUE SEIJAS, EN MAYÚSCULAS

 

Enrique Seijas Muñoz

“Por supuesto, cuenta conmigo”. No hizo falta nada para convencer a Enrique Seijas de que se incorporase a la Comisión del Centenario de la Coronación de Nuestra Señora de las Angustias. Desde entonces -fue al comienzo del curso que ahora acaba- no ha faltado a las reuniones de las Comisión y asumió en ella importantes responsabilidades.

No hace ni dos meses preparó de forma impecable la rueda de prensa en la que, en nuestra Sala Capitular y con la presencia del Sr. Arzobispo, se presentaron en líneas generales las actividades a desarrollar en este Año Santo Jubilar Mariano con motivo del Centenario. Un onubense enamorado de la Virgen de las Angustias, de la que era horquillero. De la Virgen, en esta tierra de María Santísima. En los 67 años de su vida recorrió de cabo a cabo la geografía andaluza y aprendió a rezar con la palabra ante nuestras Vírgenes que desatan fervores populares, Rocío, Mar, Cabeza o Angustias.

Cuatro días antes de su partida definitiva (ese fatídico 1 de julio), tan inesperada, nos presentaba las primeras láminas y los primeros textos del trabajo que preparaba en compañía de David Zaafra en homenaje a nuestra Patrona. Siempre al pie del cañón, sin reservas, ni retrasos. Por eso, ahora cuando la conmoción afloja un tanto, tan sólo lo necesario para poder escribir unas líneas entrañables en homenaje al amigo, me dispongo a glosar algo tan imposible como la personalidad de Enrique.

Digo imposible y digo bien, porque en estos días, al ver la avalancha de escritos en su memoria, comprendo que sólo conozco una parte del buen amigo Enrique, que se me escapan muchos de sus campos de trabajo y de sus proyectos (sus colaboraciones continuas con la Tertulia Literaria Poeta Manuel Benítez Carrasco, con las asociaciones de Jubilados del Periódico Ideal, de Amigos de la Abadía del Sacromonte, de Amigos de San Nicolás, entre muchas otras), que la visión que puedo ofrecer es necesariamente limitada, pero también me confirman, todos los testimonios que he leído, que hablamos de la misma persona y que reconocemos en él los mismos valores de caballerosidad, profesionalidad, educación, rigor y generosidad, su siempre más que generosa disposición.

Así era sencillamente su carta de presentación: “Cuenta conmigo”. Y desde entonces no faltaron sus propuestas, brillantes a la vez que realizables en nuestra comisión conmemorativa, pues el sentido común era otra de las características que lo identifican. Podría desgranar algunas de ellas, aunque lo mejor será acometerlas en los próximos tiempos, a lo largo de todo un año santo, de quince meses y medio, que nace ya con su nombre estampado a fuego. Y, siempre junto a él –se le llenaba la boca hablando de ellos-, su mujer (más de cuarenta años de matrimonio), sus tres hijos y sus nietos. Nuestras más sinceras condolencias para todos ellos.

Enrique Seijas, Antonio Padial. Fernando López, Miguel Luis López-Guadalupe, Manuel Lirola y Eduardo García Román, fundadores de Gólgota, 23 años después de aquel 1989

Mientras mis manos dejaban de escribir, comencé a recordar el largo trayecto de actividades comunes. Desde que nos acercaron los pregones costaleros de Granada y Almería; desde que la Federación de Cofradías nos confió, junto a Eduardo García Román, algo tan ilusionante como una revista oficial, allá por 1989, presentando “in extremis” el mismo Viernes de Dolores el primer número de Gólgota, esa bella realidad impresa que hoy es orgullo de la Semana Santa de Granada; desde que aprendí en su cátedra de pregonero lo que era exaltar nuestra Semana Mayor aquel mismo año en el Teatro Isabel la Católica, ante la escena de la Virgen y San Juan junto a una cruz con sudario, y en presencia del alcalde de Granada Antonio Jara y del Arzobispo Coadjutor Fernando Sebastián.

1989.- Enrique Seijas pronunciando el Pregón Oficial de la Semana Santa granadina en el Teatro Isabel la Católica

Aquella Semana Santa marcó mi vida de una forma especial, justamente cuando se avanzaba en la recuperación de la Hermandad del Cristo de San Agustín. La serie de fotografías a toda página de las cofradías granadinas en Gólgota se abría con una instantánea de Ntra. Sra. de las Angustias –tomada por el común amigo Manuel Lirola- y el artículo de Enrique, extraído de su pregón, se refería a los costaleros, “costaleros de corazón, que no de bolsa”, y apostaba claramente, en un atisbo de futuro, por la calidad antes que la cantidad. Y en años posteriores, aunque no viviera en nuestra ciudad, no faltaron sus colaboraciones para Gólgota en forma de crónicas, de reflexiones sobre la Semana Santa en la radio o sobre la presencia arzobispal en el ámbito cofrade, de itinerarios procesionales y poéticos…

En una de aquellas memorables convivencias-retiro de Hermanos Mayores en el Hotel del Duque devoré su antología de pregones (“Andalucía de Pasión”; que cuenta ya con dos volúmenes), que acababa de regalarme. Fue una sorpresa para mí ver la amplitud geográfica de sus pregones, su sentido de Andalucía, desde las tierras de Huelva hasta las de Almería, su versatilidad para aprehender el hondo sentido cristiano de advocaciones de gloria y de dolor. Más de un centenar de pregones tiene en su haber, dentro y fuera de Andalucía, como en Galicia, donde llegó a establecer lazos de correspondida amistad.

Y no hace tanto descubrí la finura de su lenguaje y la defensa de posturas conciliadoras en su novela “El fuego de Al-Andalus”. Entre medias. sus libros de monólogos (“A Beatriz”), de relatos (“Impulsos”, “Los tilos de Bib-Rambla”) o de poemas (“Rebeldía”, “Sublimación”), rebosantes de amor, sensatez y denuncia; sus recorridos por Granada (“Granada desde el aire” o la cuidada edición, junto a Zaafra, de “Rincones de Granada”), sus cuentos (“Las ciruelas mágicas”, “¡Que se maten ellos!”), sus novelas (“Costa de la Esperanza”, que nos interpela sobre los inmigrantes que cruzan el Estrecho) y sus semblanzas diversas, de la localidad de Quesada, del paralelismo entre Priego de Córdoba y Puentedeume, de la historia de la Semana Santa de Almería o de la trayectoria de la Federación Granadina de Comercio. Muchas de estas obras recibieron reputados premios. “El Reino de Granada. Apuntes para un Milenio”, de nuevo junto a David Zaafra, me la ha dejado sin dedicatoria. Está claro que llevaba Granada en su corazón. Por aquí se movió desde 1976.

J.M. Rodríguez Viedma, Miguel Luis López-Guadalupe, Jose Luis Clements, Angel L. Sabador y Enrique Seijas, pregoneros oficiales de la Semana Santa granadina.

Y es que la escritura era su pasión: “enlazar palabras escritas”, comunicar, renovándose siempre –columnista, tuitero-, sabiendo valorar los signos de los tiempos, pendiente más del futuro que del pasado. Sus entrevistas no tenían desperdicio, de personajes famosos y de protagonistas granadinos. Puedo decir que contestaba mis correos electrónicos con prontitud, a cualquier hora del día y aun de la noche. La comunicación era en él una pasión que le llevó a dejar su trabajo en una oficina bancaria para apostar por el periodismo, cuya carrera estudió a distancia en la Universidad Complutense. “Odiel”, “Hoja del Lunes”, “Patria”, “El Defensor de Granada” y, por supuesto “Ideal”, al que llevaba vinculado casi treinta años, del que fue redactor, con amplias responsabilidades en Almería, Jaén y en Granada. Ello sin contar sus colaboraciones en programas de radio y de televisión. Un trabajo detallado, certero, meticuloso, sin concesiones espurias, siempre al día, como los artículos que ha dejado entregados o a punto de entregar, como la colaboración para la revista de la Hermandad de las Angustias, que poquísimos días antes de su marcha definitiva remitió al Hermano Mayor.

Sus estancias en Almería o en Jaén (década de los 90) nos distanciaron, pero nunca faltaron momentos para el reencuentro, para compartir inquietudes y para valorar un mundo, el de la Semana Santa, que hemos visto crecer y modernizarse a la par que nuestras vidas. Nos acercó también su ingente labor en pro de la cultura en todas sus facetas (certámenes literarios, exposiciones, cursos y conferencias) desde el gabinete de comunicación del Colegio Oficial de Gestores Administrativos de Granada, Jaén y Almería. Hay que reconocer su apuesta por los jóvenes valores en las artes y en las letras, algo que le honra notablemente. De ahí la cantidad de presentaciones, prólogos y festivales que llevan su impronta y que me niego a que se los lleve el viento. Nunca me faltó su invitación a los actos del Colegio –“sin compromiso”, insistía- y allí fui siempre que pude. Y recuerdo con gratitud cuánto facilitó las cosas a mi Hermandad del Cristo de San Agustín para preparar actos y celebrar exposiciones, así como las misas del Colegio en la capilla del convento del Ángel Custodio. Y al llegar cada mes de septiembre, le mostraba una fingida sorpresa ante su llamada para pedirme una nueva colaboración literaria (de corte histórico) para el especial que Ideal dedicaba a la Virgen de las Angustias. Por supuesto, siempre le dije que sí.

El arzobispo recibe a varios miembros de la comisión general del Centenario de la coronación de la Virgen de las Angustias

Mucho me faltó por hablar con él; esa maldita falta de tiempo. Es el momento de darle las gracias, pero lamento no haberlo buscado más veces, por el simple placer de conversar y de aprender. Pues siempre se aprendía de Enrique, y no sólo cuando impartía docencia, como en los célebres cursos de periodismo del Sacromonte, de la Cátedra Pedro Manjón y de la misma Conferencia Episcopal Española. Se aprendía lo mejor y más exquisito. Eso que transmitió desde todas sus actividades y colaboraciones, incluidas las realizadas para el Secretariado de Medios de Comunicación de nuestra diócesis. Me atrevo a decir que sacó siempre de todo acontecimiento y noticia el lado mejor, el más humano, el más positivo, el más constructivo y alentador. No cabía esperar otra cosa de su bonhomía, definida por la Academia –aquí viene como anillo al dedo- como afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento.

Miembros de la Comisión General del Centenario de la coronación de la Virgen de las Angustias en las dependencias de la Hermandad.

Me he quedado absorto, una vez más, mirando hacia la puerta, porque alguien subía a las dependencias de la Hermandad de las Angustias. “No es Enrique”, me ha dicho Paco Salazar, sacándome de mi ensimismamiento. “Lo sé”, pero era tan habitual esa escena… Ahora no estará en las reuniones ni presentará sus propuestas a la comisión. Pero tampoco se ha ido del todo. De algún modo sigue con nosotros y es nuestra obligación asumir sus proyectos e imitar su forma de ser. Nos espera un año ilusionante, ciertamente, y Enrique estará con nosotros.

 

Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz

 


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